ÉL: Porque... Las diferencias... también hay parecidos, no puedo negarlo.
ELLA: Entonces ¿por qué lo negás, a pesar de todo?
ÉL: Las diferencias consisten en que... En que... Es inútil, porque no querés admitirlas, y además yo estoy muy cansado. Ya te lo he explicado todo, no vamos a volver a empezar. Estoy harto.
ELLA: No querés explicarlo porque no tenés razón. No podés dar razones sencillamente porque no las tenés, Si tuvieras buena fe lo confesarías. Tenés mala fe, siempre tuviste mala fe.
ÉL: Decís tonterías, siempre decís tonterías. Vamos a ver, la babosa forma parte... O, mejor dicho, el caracol... y en cambio, la tortuga...
ELLA: Ay, basta! ¡Callate! Mejor será. No puedo seguir oyéndote divagar.
ÉL: Yo tampoco puedo seguir oyéndote. ¡No quiero volver a oír Nada!
ELLA: No nos entenderemos nunca.
Él: ¿cómo nos vamos a entender? No nos entenderemos nunca. (Pausa.) Vamos a ver. ¿la tortuga tiene cuernos?
ELLA: No me fijé nunca.
ÉL: El caracol los tiene.
ELLA: No siempre. Cuando los saca. La tortuga es un caracol que no saca los cuernos. ¿de qué se alimenta la tortuga? De lechuga. El caracol también. Por lo tanto, son el mismo animal. Dime lo que comes, te diré quién eres. Por otra parte, la tortuga y el caracol son comestibles.
ÉL: No se preparan del mismo modo.
ELLA: Y además, no se comen entre ellos. Los lobos tampoco. Porque son de la misma especie. Lo cual quiere decir, a lo más, que el uno es una variedad de la otra. Pero es la misma especie, la misma especie.
ÉL: Especie de tarada.
ELLA: ¿qué estás diciendo?
ÉL: Decía que vos y yo no somos de la misma especie.
ELLA: Podías haberte dado cuenta hace mucho tiempo.
ÉL: Me di cuenta desde el primer día. Ya era demasiado tarde. Debería haberme darme cuenta antes de conocerte. El día anterior. Desde el primer día, comprendí que no nos íbamos a comprender nunca.
ELLA: Tendrías que haberme dejado con mi marido, con el cariño de los míos, tendrías que habérmelo dicho, y dejarme cumplir mi deber. Un deber que era un placer de todos los instantes, de día y de noche.
Él: ¿qué idea te dio de venirte conmigo?
ELLA: Fuiste vos quien me arrastraste, ¡seductor! ¡hace diecisiete años! A esa edad no sabe una lo que hace. Abandoné a mis hijos. No tenía ninguno. Pero habría podido tenerlos. Todos los que hubiese querido. Habría podido tener hijos que me hubiesen rodeado, que habrían podido defenderme. Diecisiete años!
Él: Y habrán otros diecisiete! Diecisiete años más va a seguir dando vueltas a la máquina!
ELLA: Porque no querés admitir las evidencias. Empezando porque la babosa, seguro que tiene su casita escondida. Entonces, es un caracol. Por lo cual, es una tortuga.
Él: ¡Ah!, pero el caracol es un molusco, un molusco gasterópodo
ELLA: El molusco sos vos. El molusco es un animal blando. Como la tortuga. Como el caracol. No hay diferencias. Si asustás al caracol, se esconde en su cáscara, exactamente como la tortuga. Una prueba más de que son el mismo animal.
Él: Después de todo, me da lo mismo. Años enteros llevamos disputando por la tortuga y el caracol.
ELLA: El caracol, es decir, la tortuga.
Él: Como se te antoje. Ya no quiero oír hablar más de ello. (Pausa.) Yo también dejé a mi mujer. Claro, es verdad, que ya estaba divorciado. Uno se consuela pensando que eso le ha sucedido a muchísima gente. Uno no se debe divorciar. Si no me hubiera casado, no me habría divorciado. Uno nunca sabe.
ELLA: Ah, sí, con vos nunca se sabe! Sos capaz de todo. No sos capaz de nada.
Él: Una vida sin porvenir no es nunca otra cosa que una vida sin porvenir. Ni siquiera eso.
ELLA: Hay personas que tienen suerte. Los afortunados. Los desafortunados no la tienen.
Él: Tengo demasiado calor.
ELLA: Yo tengo frío. Éstas no son horas de tener calor.
Él: ¿ves cómo no nos entendemos? Nunca nos entendemos. Voy a abrir la ventana.
ELLA: Querés que me hiele. Me querrás matar.
Él: No quiero matarte. Quiero aire.
ELLA: Decías que había que resignarse a la asfixia.
Él: ¿cuándo dije eso yo? Nunca dije eso.
ELLA: Sí, lo dijiste. El año pasado. Ya no sabés ni lo que decís. Te contradecís.
El: No me contradigo. Son las estaciones.
ELLA: Cuando tenés frío, bien que me impedís abrir la ventana.
Él: Eso es lo que tengo que echarte en cara; que tengas frío cuando tengo calor, que tengas calor cuando tengo frío. Nunca tenemos frío ni calor al mismo tiempo.
ELLA: Nunca tenemos frío ni calor al mismo tiempo.
Él No. Nunca tenemos calor ni frío al mismo tiempo.
ELLA: Es porque vos no sos un hombre como los demás.
Él: ¡Que no soy un hombre como los demás!
ELLA:. No, desdichadamente, no sos un hombre como los demás.
Él: No. No soy un hombre como los demás, afortunadamente.
ELLA: ¡Desdichadamente!
Él: ¡Afortunadamente! No soy un hombre vulgar, soy un idiota. Como todos los idiotas que conociste. ¡No soy un cualquiera! He estado invitado en la casa de Princesas que iban descotadas hasta el ombligo y para tapar el escote se ponían encima chaquetitas, sin lo cual habrían estado desnudas. Tenía ideas geniales, hubiese podido escribirlas, me lo habrían pedido. Habría sido un poeta.
ELLA: Te pensás que sos más vivo que los demás; yo también lo creí, un día en que estuve loca. No es verdad, fingí creerlo. Porque me sedujiste, pero no sos más que un cretino.
Él: ¡Cretina!
ELLA: ¡Cretino! ¡Seductor!
Él: No me insultes. No vuelvas a llamarme seductor. ¿no te da vergüenza?
ELLA: No te insulto. Te desenmascaro.
El: ¡Tortuga!
ELLA: ¡Caracol!
Delirio a Dúo
Eugène Ionesco
Año publicación: 1956