Título original: AM ENDE KOMMEN
TOURISTEN
Origen: Alemania
Duración: 87 minutos
FICHA TÉCNICA
Robert Thalheim (Libro y guión)
Britta Knöller (Producción)
Hans-Christian Schmid (Producción)
Yoliswa Gärtig (Fotografía)
Michal Galinski (Dirección de arte)
Rita-Maria Hallekamp (Dirección de arte)
Ewa Krauze (Vestuario)
Stefan Kobe (Edición)
Anton K. Feist (Sonido y Música)
Uwe Bossenz (Sonido y Música)
ELENCO
Alexander Fehling (Sven Lehnert)
Ryszard Ronczewski (Stanislaw Krzeminski)
Barbara Wysocka (Ania Lanuszewska)
Piotr Rogucki (Krzysztof Lanuszewski)
Rainer Sellien (Klaus Herold)
Lena Stolze (Andrea Schneider)
Lutz Blochberger (Jürgen Dremmler)
Willy Rachow (Lehrling Micha)
Roman Gancarczyk (Restaurator Karol)
Adam Nawojczyk (Restaurator Piotr)
Halina Kwiatkowska (Zofia Krzeminska)
Joachim Lätsch (Lehrer)
Para poder
hablar sobre este film es necesario ubicarnos geográficamente. Es decir, para
esta historia no sólo es importante el dato histórico, sino dónde se
desarrollan los acontecimientos que trataremos de analizar.
Robert
Talheim, su realizador, tiene 38 años, nació en Berlín y este es su segundo
film. El primero, muy premiado, se titula ”Netto”, estrenado en Alemania en
2005.
En Alemania,
aún hoy, no es lo mismo vivir en Berlín que en Bonn. Berlín guarda todavía
muchos resabios de la masacre nazi, al menos en los aspectos emocionales más
que socio-culturales. El director de esta película hizo su “servicio civil”,
aunque esto suene mal, en el departamento de pedagogía del Centro Internacional
de Encuentro Juvenil, precisamente en Auschwitz, tal como lo hace el
protagonista del film.
Para
clarificar aún más la ubicación donde se desarrolla esta pequeña historia,
diremos que entre Berlín, donde se encontraba el famoso muro que separó durante
más de 40 años las dos Alemanias, y Auschwitz, Oświęcim, Polonia, sólo hay 553
km., más menos la distancia entre Punta Alta y Neuquén; y entre Berlín y Bonn
la antigua capital de la Alemania Federal es de 606 km., un poco menos que a la
ciudad autónoma de Buenos Aires. Tales las distancias que el ejército nazi tuvo
que caminar para iniciar una de las masacres más atroces de la humanidad en el
s. XX. Y es el camino que nuestro personaje tuvo que franquear para llegar a
uno de los lugares más increíbles de la historia europea escrita.
Esta pequeña
digresión sobre la geografía del film para unos no será necesario, pero para
otros constituirán datos casi fundamentales para la comprensión de los
sentimientos, las emociones, los intereses y los conflictos interpersonales que
se observan en el desarrollo del cuento. Esto tendría que ser así para
cualquier film, pero en este caso cobra el sentido de la implacable historia y
su incidencia en la psicología y los caracteres de los personajes, elementales
muchos de ellos, pero de suma complejidad algunos otros por sus dudas y
planteos existenciales producto precisamente de esos acontecimientos.
El exterminio
de millones de judíos no se produjo en el marco de una guerra simple y
convencional, fue un genocidio, un holocausto, que muchos aún hoy tratan de
explicar o de encontrarle sentido. Podemos incursionar en una disquisición
desde los grandes intereses económicos europeos y del mundo entero que Hitler
se atrevió a cuestionar, podemos acercarnos desde lo religioso a partir de la
lucha por el poder espiritual de gran parte de la humanidad, o desde lo étnico
y los poderosos designios que ciertos pensadores invocaban para el dominio de
la tierra de unos hombres especiales sobre otros de inferior condición, y habrá
muchas más. Lo que sí es cierto es que todas estas causas han confluido de
alguna manera, sin duda, para generar la guerra más sangrienta del s. XX. Que
un chico de veinte años pueda comprender este fenómeno es difícil, y requiere
de un proceso vital, de maduración, no sólo racional y filosófico. Esta
película incursiona en la vivencias que Sven, recién llegado de Berlín para
hacer su servicio social, tiene cuando mira a su alrededor las calles, casas,
barracas, museos y personajes, de este gran campo de concentración que fue Auschwitz.
Cuidar a un sobreviviente, que generacionalmente nadie entiende, y a muchos
molesta; descubrir visualmente las valijas que los alemanes hacían preparar a
los judíos, engañados, para luego trasladarlos a las cámaras de gas; y pisar
esa tierra polaca, con sus hombres y mujeres, su cultura y sus costumbres, y
enamorarse candorosamente de una de ellas, no deja de constituir uno de los
caminos más ricos y profundos que un hombre puede recorrer.
Tres aspectos
resaltan de este film y, por lo tanto de la historia o de la concepción con que
fue elaborada; uno de ellos es la confusión en la que se encuentra viviendo la
juventud polaca residente en Auschwitz; la segunda, la ignorancia y la
indiferencia con que tratan el holocausto; y tercero considerar que están
viviendo en un hoyo contaminado por una historia que ni les interesa ni la
entienden, y por lo tanto deben abandonar. Por último, como causa y dato
curioso, Auschwitz se fue transformando en una región turística, donde
alemanes, y en general europeos, pueden recrear, desde un ángulo pintoresco y
de color las consecuencias de la masacre nazi.
Por último,
podemos decir que el cine universal, y especialmente el hollywoodense, han
filmado innumerables películas sobre el holocausto y la cuestión judía.
Podríamos citar dos grandes documentales, “Nuit et brouillard” -1955- (Noche y
niebla) del gran director francés Alain Resnais, y “Shoah” (1985), de Claude Lanzmann, también
francés. Y, en el terreno de la ficción, casi toda la filmografía del austríaco
Michael Haneke, en especial “The White Ribbon” -2009- (La cinta blanca), sobre
los fundamentos antropológicos y sociales del origen del nazismo.
Héctor Correa
Punta Alta,
marzo de 2012